Una cita en Bray: una cita en el cine
Una cita para compartir ensueños. Una cita con el cine y con la literatura, porque el cine y la literatura acercan hasta nosotros imágenes que evocan nuestros recuerdos, nuestras ensoñaciones y nuestras sensaciones presentes, pasadas y futuras. Porque en el cine y la literatura las realidades parecen de ficción y las ficciones parecen reales diluyendo las fronteras entre el sueño y la realidad.
"Cuántas veces me pregunto si esto no es más que escritura, en un tiempo en que corremos al engaño entre ecuaciones infalibles y máquinas de conformismos."
Julio Cortazar, Rayuela, capítulo 73.
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sábado, 30 de noviembre de 2013
fantasías masculinas
Ensayo de un crimen, o La vida criminal de Archibaldo de la Cruz, una película en la que Luis Buñuel muestra que las fantasías asesinas pueden ser suficientes para provocar la muerte de las víctimas.
Klaus Theweleit es un filólogo alemán que en 1977 publicó un libro titulado Männerphantasien (Fantasías masculinas). En este libro, su autor intenta describir el fascismo, no como el engendro de una ideología terrible, sino como una manera violenta de construir la realidad, una realidad asesina fundada sobre la violencia, no como consecuencia de unas ideas, sino como la expresión de los estados corporales devastadores que sufren sus protagonistas... (Klaus Theweleit lo explica así en el posfacio del libro Lo seco y lo húmedo de Jonathan Littell)
Archibaldo de la Cruz, un hombre solitario, misógino, con complejo de Edipo, que idealiza la figura de la mujer-madre, la mujer piadosa, la mujer pura y que siente deseos de asesinar la suciedad que ve en cualquier mujer real...
Jonathan Littell, en su libro, lo explica así: "Como el fascismo no puede eliminar por completo a la mujer..., la divide en dos figuras: la Enfermera (o la Castellana) blanca, virgen por supuesto, que suele morirse o, en cualquier caso, se petrifica, a menos que el fascista se case con ella, en cuyo caso desaparece sin más del texto; y la Enfermera (o la Prostituta) roja, a quien el fascista mata, para que permanezca su yo..."
blogs:
Los ensayos de Archibaldo
Bibliografía:
- Javier Muñoz-Basols, "Siempre hay algo dentro de uno que nadie conoce"
Imdb
jueves, 28 de noviembre de 2013
Z32
Al modo del teatro griego, los actores principales se ocultan tras las máscaras y el coro comenta la historia...
Sin embargo, en esta película, los actores no son actores y el coro es la sociedad israelí que acoge en el salón de su casa a los asesinos, que esconde a los asesinos en el salón de su casa, porque es una sociedad que necesita a los asesinos, que promueve la violencia porque está fundamentada en la violencia...
El coro interpreta y explica al modo de la opereta y del cabaret con un texto y una música que recuerda a los textos de Bertolt Brecht y a la música de Kurt Weil en la "Ópera de los tres peniques"
Los caimanes tienen dientes
que no tratan de esconder;
pero Mackie no nos muestra
su navaja, bien lo sé.
que no tratan de esconder;
pero Mackie no nos muestra
su navaja, bien lo sé.
Un domingo descubrieron
un cadáver tirado en la orilla,
nadie dijo que vio una sombra
doblar la esquina sin mirar atrás.
un cadáver tirado en la orilla,
nadie dijo que vio una sombra
doblar la esquina sin mirar atrás.
Samuel Maier y otros ricos
nadie sabe dónde están;
Mackie tiene sus riquezas,
¿pero quién lo probará?
nadie sabe dónde están;
Mackie tiene sus riquezas,
¿pero quién lo probará?
Jenny Towler fue encontrada
con herida de puñal.
¿Quién su muerte produjera?
¡Sólo Mackie lo sabrá!
con herida de puñal.
¿Quién su muerte produjera?
¡Sólo Mackie lo sabrá!
Y el gran incendio en el Soho
siete niños y un anciano murieron,
Entre la multitud Mackie Messer,
no sabe no contesta.
siete niños y un anciano murieron,
Entre la multitud Mackie Messer,
no sabe no contesta.
Y la viuda jovencita,
cuyo nombre saben bien,
despertose ya violada;
¿Mackie, cómo pudo ser?
cuyo nombre saben bien,
despertose ya violada;
¿Mackie, cómo pudo ser?
(Bertolt Brecht, Balada de Mackie Navaja)
En la película de Avi Mograbi, el asesino es una persona "normal", que se esconde porque tiene miedo de lo que le puedan hacer sus víctimas, pero que no le gusta esconderse, le molesta esconderse y se enmascara con una máscara de rostro humano, porque sabe que él no es un monstruo, sabe que es una persona normal y que reivindica su "normalidad"...
Mata porque tiene que obedecer órdenes... pero le gusta... le gusta obedecer y le gusta matar... y quiere que su compañera le entienda, porque él no es un monstruo, quiere que lo explique ella para que se de cuenta de que cualquiera en su lugar haría lo mismo...
El soldado Z32 responde quizá al perfil del "hombre-soldado" y del fascista analizado por Klaus Theweleit en su libro Männerphantasien. Cuando cuenta cómo se acercó al cadáver del palestino desarmado al que acababa de asesinar habla de un cuerpo "viscoso"... una imagen que se repite en la literatura fascita. Según Theweleit, para el fascista la metáfora no se limita nunca a ser sólo una metáfora, de ahí la fuerza y la eficacia de las metáforas fascistas. En sus metáforas, como las ciénagas o lo viscoso y pastoso, obran sensaciones físicas concretas que, para el fascista, son algo cierto que se puede tocar y sentir... (ver: Jonathan Littell, Lo seco y lo húmedo, p. 29)
Cualquiera en su lugar haría lo mismo... pero su compañera se resiste a entender, se resiste a perdonar, aunque ella misma reconoce que quizá sea una hipócrita...
¿Cualquiera haría lo mismo?... ¿Todos somos unos hipócritas?...
Otros análisis de esta película imprescindible:
- Z32 ¿Amar a Eichmann?
- The banality of forgiveness
- Entrevista a Avi Mograbi
- Apuntes sobre el estilo en Z32
- Film-cebolla frente a film-testimonio
- Debate sobre Z32
martes, 26 de noviembre de 2013
nuit el brouillard
nuit et brouillard... noche y niebla... Nacht und Nebel
"El olvido del exterminio es parte del exterminio." Jean-Luc Godard
Estamos nosotros, quienes miramos
sinceramente esas ruinas, como si el viejo monstruo concentracionario
estuviese muerto bajo los escombros, quienes fingimos retomar la
esperanza ante esta imagen que se aleja, como si se curase de la peste
concentracionaria, quienes fingimos creer que todo esto pertenece sólo a
un tiempo y a un país, y quienes no pensamos en mirar a nuestro
alrededor y que no oímos que se grita sin fin.
La voz que se escucha durante la película dice:
Incluso un paisaje tranquilo, incluso
una pradera sobrevolada por cuervos, rica en cosechas y de variadas
plantas, incluso una carretera por la que pasan los coches, campesinos,
parejas, incluso un pueblo de veraneo , con una feria y un campanario,
pueden conducir con toda naturalidad a un campo de concentración.
Le Struthof, Oranienbourg, Auschwitz,
Neuengamme, Belsen, Ravensbruck, Dachau, Mauthausen, fueron nombres como
otros cualquiera en los mapas y las guías.
La sangre se ha secado, las bocas se
han callado, los bloques ya no son visitados más que por una cámara. Un
poco de hierba ha crecido y recubierto la tierra usada para el pisoteo
de los concentracionarios. La corriente no pasa ya por los hilos
eléctricos. Ningunos pasos más que los nuestros.
1933, la máquina se pone en marcha.
Es necesaria una nación sin malas notas, sin querellas. La nación se pone a la tarea.
Un campo de concentración se construye
como un estadio, o un gran hotel, con empresarios, divisas,
concurrencia, sin duda regado con vasos de vino.
Nada de estilos impuestos. Se deja a la imaginación. Estilo alpino, estilo garaje, estilo japonés, sin estilo.
Los arquitectos inventan con calma estos porches destinados a no ser franqueados más que una sola vez.
Durante ese tiempo, Burger, obrero
alemán, Stern, estudiante judío de Ámsterdam, Schmulzki, comerciante de
Cracovia, Annette, estudiante de Burdeos, viven su vida diaria, sin
saber que ya tienen, a mil kilómetros de su casa, un plaza asignada.
Y llega el día en que sus bloques se han terminado, no faltan ya más que ellos.
Detenidos de Varsovia, deportados de
Lodz, de Praga, de Bruselas, de Atenas, de Zagreb, de Odessa, o de Roma,
internados de Pithiviers, pillados en la redada del Velódromo de
Invierno ( Vel´d´Hiv), resistentes encerrados en Compiègne, un gentío de descubiertos in fraganti, de detenidos por error, de arrestados al azar, se pone en marcha hacia los campos.
Trenes cerrados, candados, amontonan a
cien deportados por vagón, ni día, ni noche, el hambre , la sed, la
asfixia, la locura. A veces llega una noticia, recogida por ahí. La
muerte hace su primera selección. Una segunda se hace a la llegada en la
noche y la niebla.
Hoy, en la misma vía, es de día y hace
sol. ¿Se la recorre lentamente, a la búsqueda de qué? ¿ De la huella de
los cadáveres que se desplomaban nada más abrirse las puertas? O bien de
los pasos de los primeros desembarcados empujados a garrotazos hasta la
entrada del campo, entre los aullidos de los perros, los destellos de
los focos, a lo lejos la llama del crematorio, en una de esas puestas en
escena nocturnas que tanto gustan a los nazis.
Primera mirada al campo: es otro
planeta. Bajo el pretexto higiénico, la desnudez, entrega de golpe al
campo , al hombre ya humillado.
Palpado, tatuado, numerado, aprehendido
en el juego de una jerarquía todavía incomprensible, vestido con el
traje azul a rayas, clasificado a veces como << Nacht und Nebel>>, <<Nuit et Brouillard>>,
marcado con el triángulo rojo de los políticos, el deportado ve de
frente en primer lugar a quienes llevan el triángulo verde : los presos
comunes, dueños entre los sub-hombres. Por encima: el kapo, casi siempre
un preso común. Más arriba todavía: el SS, el intocable. Se le habla a
tres metros. En la cima: el comandante. Lejano, preside los rituales. Da
la impresión de ignorar el campo. ¿Quién no lo ignora, por otra parte…?
Esta realidad de los campos,
despreciada por quienes la fabrican, inaprensible para quienes la
sufren, resulta vano que intentemos descubrir nosotros las claves.
Estos bloques de madera, estas literas
en las que se dormía de tres en tres, copnanos en los que esconderse ,
en donde se comía a hurtadillas, allí en donde incluso el sueño era una
amenaza, ninguna descripción, ninguna imagen puede dar cuenta de su
verdadera dimensión: la de un miedo ininterrumpido.
Haría falta el colchón que servía para
ocultar la comida y también de caja fuerte, la colcha por la que se
peleaba, las denuncias, los juramentos, las órdenes retransmitidas en
todas las lenguas, las bruscas entradas del SS imbuido de sobradas ganas
de controlar o de gastar alguna novatada.
Ante este dormitorio de ladrillos, de esos sueños amenazados, no podemos mostraros más que la superficie, el color.
He ahí el decorado: estas
construcciones que podrían ser cuadras, graneros, talleres, un terreno
pobre convertido en terreno baldío, un cielo de otoño llegado a ser
indiferente: he ahí todo lo que nos queda para imaginar esta noche
cortada por llamadas de recuento, de control de piojos, noche que hace
castañear los dientes. Hay que dormír con rapidez. Despertar a
garrotazos, empujones, buscando los efectos robados.
Las cinco, formación en la plaza del
recuento. Los muertos por la noche habitualmente hacen que no salgan
las cuentas. Una orquesta interpreta una marcha de opereta a la hora de
salir a la cantera, hacia la fábrica.
Trabajo en la nieve que rápidamente
será barro helado. El frío agrava las plagas. Trabajo en el calor de
agosto con la sed y la disentería.
Tres mil españoles murieron construyendo esta escalera que lleva a la cantera de Mauthausen.
Trabajo en las fábricas subterráneas.
De un mes a otro, se cubren de tierra, se hunden, se esconden, mueren.
Llevan nombres de mujer: Dora, Laura.
Estos extraños obreros de treinta kilos
no inspiran mucha confianza. Y el SS les espía, les vigila, les hace
reunirse, les inspecciona y les cachea antes de volver al campo.
Pancartas de estilo rústico reenvían a cada cual a su lugar de origen. El kapo
no tiene nada más que hacer que contar las víctimas de la jornada. El
deportado, por su parte, es embargado por la obsesión que dirige su vida
y sus sueños: comer.
La sopa. Cada cucharada no tiene
precio. Una cuchara menos es un día menos de vida. Se cambia dos, tres
cigarrillos, por una sopa. Muchos, excesivamente debilitados, no
pueden defender su ración contra los golpes y los ladrones.
Esperan que el lodo, la nieve, los engulla.
Extinguirse teniendo una digna agonía en cualquier lugar.
Las letrinas, los accesos. Esqueletos
con vientres de bebés acudían allí siete u ocho veces por noche. La sopa
era diurética. Desgracia para quien encontrase un kapo borracho
al claro de luna. Se observaba con temor, y se acechaban los síntomas
de inmediato familiares: <<hacer sangre>> era signo de
muerte.
Mercado clandestino: allí se vendía, se
compraba, se mataba como si nada. Se visitaba. Se imaginaba un plano
de apartamento para la vuelta a casa. Se trasmitían noticias verdaderas y
falsas. Se organizaban grupos de resistencia.
Una sociedad tomaba forma. Una forma
esculpida en el terror, menos alocada en cambio que la orden del SS que
se expresaba por estos preceptos: << LA LIMPIEZA ES SALUD>> -
<< EL TRABAJO ES LA LIBERTAD>> - <<CADA UNO LO
SUYO>> - <<UN PIOJO SUPONE LA MUERTE>>. ¡Así un SS!
Cada campo reserva sorpresas: una
orquesta sinfónica, un zoo, un invernadero en el que Himmler cuida sus
frágiles plantas, el Roble de Goethe en Buchenwald. Se ha construido el
campo al lado, pero se ha respetado el roble.
Un orfanato efímero, constantemente renovado, un bloque de inválidos.
Entonces el mundo verdadero, el de los
paisajes calmos, el de los tiempos de antes, puede aparecer a lo lejos,
aunque no tan lejos.
Para el deportado era una imagen. Ya no
pertenece más que a ese universo finito, cerrado, limitado por
miradores desde los que los soldados vigilan la buena marcha del campo,
mirando sin fin a los deportados, los mataban en ocasiones, a causa de
su falta de actividad.
Todo es pretexto para chanzas,
castigos, humillaciones. Los recuentos duran horas. Una cama mal hecha:
veinte bastonazos. Pasar inadvertido, no llamar la atención de los
dioses. Tienen su potencia. Su terreno para provocar la muerte.
Este patio del bloque once, alejado de
las miradas, apartado para el fusilamiento, con su muro protegiendo
contra al estruendo de las balas. Este castillo de Hartheim, en donde
los autocares con las ventanas tintadas conducen a pasajeros que no se
volverá a ver.
<<Transportes negros>> que parten de noche y del que nadie sabrá nunca más.
Pero el hombre es increíblemente
resistente: aun con el cuerpo quemado de fatiga, el espíritu trabaja,
las manos cubiertas de apósitos trabajan.
Se fabrican cucharas, marionetas que se disimulan, monstruos, cajas.
Se consigue escribir, tomar notas, ejercer su memoria con sueños. Se puede pensar en Dios.
Se llega incluso a organizarse políticamente, disputarse con los presos comunes por el control interior de la vida del campo.
Se ocupa de los camaradas más
tocados…Se les ofrece alimento. Se crean lazos de ayuda. Como último
recurso, se empuja con angustia a los más amenazados al hospital, a la
enfermería ( Revier).
Aproximarse a esa puerta era la ilusión
de una verdadera enfermedad, la esperanza de un lecho. Suponía también
el riesgo de una muerte por medio de una inyección.
Los cuidados eran escasos, los
medicamentos insignificantes, los vendajes de papel. La misma pomada
sirve para todas las plagas. En algunas ocasiones, el enfermo hambriento
come su apósito.
Al final, todos los deportados se parecen. Se asemejan en torno a un modelo sin edad que muere con los ojos abiertos.
Había un bloque quirúrgico. Por un momento, se habría imaginado uno ante una verdadera clínica.
Doctor SS, enfermera inquietante…hay un
decorado, ¿pero detrás? Operaciones inútiles, amputaciones,
mutilaciones experimentales. Los kapos al igual que los cirujanos SS hacen mano.
Las grandes fábricas químicas envían a
los campos envases con sus tóxicos productos. O bien compran un lote de
deportados para sus experimentos. De esas cobayas, algunas sobrevivirán,
castradas, quemadas con fósforo. Hay algunas cuya carne quedará marcada
de por vida, más allá de su vuelta a casa. De esas mujeres, de esos
hombres, los despachos administrativos conservan sus rostros,
controlados al llegar.
Los nombres son igualmente fichados.
Nombres de veintidós naciones. Llenan centenares de registros, miles de
ficheros. Un trazo rojo tacha los muertos.
Deportados mantienen esta contabilidad delirante, siempre falsa, bajo la mirada atenta de los SS y de los kapos privilegiados.
Estos últimos son los <<prominentes>>, la nata del campo.
El kapo tiene su propia habitación en la que puede amontonar sus reservas y recibir por las noches a sus jóvenes favoritas.
Muy cerca del campo, el comandante
tiene su villa en donde su mujer contribuye a mantener una vida familiar
y algunas veces hasta mundana como en cualquier otra guarnición. Tal
vez se aburra un poco más: la guerra no quiere finalizar.
Más afortunados, los kapos tenían un burdel. Prisioneros mejor alimentados, pero como los otros, destinados a la muerte.
Algunas veces, de esas ventanas, cae algún trozo de pan para algún camarada del exterior.
Así, los SS habían llegado a
reconstruir en el campo una verdadera ciudad con su hospital, su barrio
reservado, su barrio residencial, e incluso -sí- una prisión.
Inútil describir lo que pasaba en los
calabozos. Estas celdas calculadas de manera que uno no podía ponerse
ni de pie, ni tumbado, hombres y mujeres, fueron allí sometidos
concienzudamente durante días a suplicios.
Las salidas de aireación no evitaban que se oyesen los gritos.
1942. Himmler llega al lugar. Es preciso aniquilar, pero con sentido de la productividad.
Dejando la productividad a sus
técnicos, Himmler se centra sobre el problema del exterminio . Se
estudian planos, maquetas. Se ejecutan los planes, y los mismos
deportados participan en los trabajos.
Un crematorio, podía dar una imagen propia de una tarjeta postal. Más tarde - hoy- , turistas se hacen fotografiar allá.
La deportación se extiende a Europa
entera. Los convoyes se extravían, se detienen, vuelven a partir, son
bombardeados, llegan al fin. Para algunos, la selección ya ha sido
hecha. Para otros, se hará enseguida. Los de la izquierda irán a
trabajar. Los de la derecha…
Estas imágenes son tomadas poco antes de exterminarlos . Matar a mano toma su tiempo. Se piden botes de gas Zyklon.
Nada distinguía la cámara de gas de un bloque ordinario. En el interior, una sala de duchas falsa acogía a los recién llegados.
Se cerraban las puertas. Se observaba.
El único signo - es preciso saberlo-, es el techo arañado por las uñas.
Incluso el cemento se desconchaba.
Cuando los crematorios son
insuficientes, se organizan hogueras. Los nuevos hornos absorbían sin
embargo varios miles de cuerpos al día.
Todo es recuperado. He aquí las reservas de los nazis durante la guerra, sus graneros.
Nada más que cabellos de mujeres…A quince pfennings ( moneda alemana) el kilo, con ellos se ha elaborado tejido.
Con los huesos…abonos. Al menos se hacen pruebas.
Con los cuerpos… no se puede decir nada…con los cuerpos, se quiere fabricar jabón.
En cuanto a la piel…
1945. Los campos se extienden, están
llenos. Son ciudades de cien mil habitantes. Completos hasta los topes.
La industria pesada se interesa por esta mano de obra indefinidamente
renovable. Las fábricas tienen sus propios campos particulares con la
entrada prohibida a los SS.
¡ Steyr, Krupp, Heinkel, I.G.Farben, Siemens, Hermann Goering ! se aprovisionan en esos mercados.
Los nazis pueden ganar la guerra, estas nuevas ciudades forman parte de su economía. Pero las pierden.
El carbón falta para los crematorios.
El pan falta para los hombres. Los cadáveres obstaculizan las calles del
campo. El tifus…Cuando los aliados abren las puertas…todas las puertas…
Los deportados miran sin comprender ¿están verdaderamente liberados? ¿La vida cotidiana les va a reconocer y acoger?
< No soy responsable>>, dice el kapo.
<< No soy responsable>>, dice el oficial.
<<No soy responsable>>…
¿Entonces quién es responsable?
En el momento en que os hablo, el agua
fría de las marismas y las ruinas llenan los agujeros de los osarios, un
agua fría y opaca como nuestra mala memoria.
La guerra se ha calmado, tiene un ojo siempre abierto.
La hierba fiel ha brotado de nuevo en la plaza del recuento alrededor de los bloques.
Un pueblo abandonado, lleno de amenazas todavía.
El crematorio está fuera de uso. Las astucias nazis han pasado de moda.
Nueve millones de muertos llenan este paisaje.
¿Quién de nosotros vigila desde este
extraño observatorio para advertirnos de la llegada de los nuevos
verdugos? ¿Tienen realmente un rostro diferente al nuestro?
En alguna parte, entre nosotros, quedan kapos con suerte, jefes recuperados, soplones desconocidos.
Estamos nosotros, quienes miramos
sinceramente esas ruinas, como si el viejo monstruo concentracionario
estuviese muerto bajo los escombros, quienes fingimos retomar la
esperanza ante esta imagen que se aleja, como si se curase de la peste
concentracionaria, quienes fingimos creer que todo esto pertenece sólo a
un tiempo y a un país, y quienes no pensamos en mirar a nuestro alrededor y que no oímos que se grita sin fin.
+ Sylvie Lindeperg, “ Nuit et Brouillard” . Un film dans l´histoire, Odile Jacob, 2007.
+ Sylvie Lindeperg, “ 'Nuit et Brouillard' l´invention d´un
regard" in Jean-Michel Frodon ( sous la direction de), << Le cinéma et la Shoah. Un art à l´épreuve de la tragédie du 20 siècle>>. Éditions Cahiers du cinéma, 2007; pp., 85-109.
+ Jean Cayrol, "Nuit et Brouillard" in Oeuvre lazaréenne, Seuil, 2007; pp., 991- 1001
Glosas a "Noche y Niebla"
Testigos que desaparecen en la noche y se desvanecen en la niebla
Reseña en kaosenlared
Nuit et brouillard en imdb
sábado, 23 de noviembre de 2013
caminando sobre las aguas
"De madrugada se les acercó Jesús andando por el lago." (Mateo, 14, 25)
No se puede caminar sobre las aguas del pasado si no nos liberamos de la losa que nos hunde en el abismo del victimismo, en el abismo de la venganza y del odio.
Israel, un país creado por víctimas que se sienten víctimas y cuya razón de ser es ser víctimas de los nazis, de los árabes, de los antisemitas, del mundo entero... Víctimas que odian, que matan y que no pueden caminar sobre las aguas...
Walk on Water - Eytan Fox - 2004
miércoles, 20 de noviembre de 2013
adiós al ayer
Anita G. ha dejado atrás un pasado al que no quiere mirar y se encuentra con un presente al que no sabe mirar y ante un futuro al que no puede mirar...
Anita G. está perdida en un mundo que no entiende. Vaga de un lado a otro, prueba relaciones, prueba trabajos, prueba a sobrevivir y siempre con su mirada desconcertada...
Todos tenemos la culpa de todo... pero no lo sabemos y por eso estamos tan perdidos...
Reseña en La mirada estrábica
1966 - Abschied von gestern - (Anita G.) - Alexander Kluge
lunes, 18 de noviembre de 2013
El nuevo Holocausto
... porque quienes fueron víctimas, ahora son los verdugos...
... porque quienes padecieron el antisemitismo son los nuevos antisemitas... (los palestinos también son un pueblo semita y hoy son perseguidos y asesinados por sus vecinos israelís)
... porque el victimismo de los judíos se ha convertido en el arma arrojadiza contra quienes no tienen derecho ni siquiera a ser víctimas... porque no tienen derecho a nada...
"¡Dios nos guarde de los mártires supervivientes!" (Heinrich Böll, Billar a las nueve y media, p. 145)
Y mientras tanto... nosotros callamos...
... porque quienes padecieron el antisemitismo son los nuevos antisemitas... (los palestinos también son un pueblo semita y hoy son perseguidos y asesinados por sus vecinos israelís)
... porque el victimismo de los judíos se ha convertido en el arma arrojadiza contra quienes no tienen derecho ni siquiera a ser víctimas... porque no tienen derecho a nada...
"¡Dios nos guarde de los mártires supervivientes!" (Heinrich Böll, Billar a las nueve y media, p. 145)
Y mientras tanto... nosotros callamos...
domingo, 17 de noviembre de 2013
prisionero del paraíso
La construcción de la gran mentira
Kurt Gerron, nacido en Berlín en 1897, era judío. Fue médico, pero abandonó esta profesión por la farándula. Fue actor de teatro, de comedias, cantante de cabaret, de cine, escenógrafoy director de cine. Alcanzó una gran fama en el Berlín de los años veinte y comienzos de los treinta del pasado siglo. El nacionalsocialismo le pareció una payasada que pronto pasaría de largo sin consecuencias. Nunca creyó que aquello pudiera durar mucho, ni siquiera cuando ya empezaba a durar demasiado. Tuvo que huir de Alemania, primero a París y después a Holanda. Rechazó en varias ocasiones diversas ofertas de Hollywood. Terminó siendo detenido y deportado al campo de concentración al que los nazis destinaron a una gran parte de los judíos europeos vinculados al mundo del arte, de la cultura y de la ciencia: Theresienstadt.
Allí malvivió durante algún tiempo hasta que Goebels decidió que había que vender a Europa y América una imagen amable de los campos de concentración. No podían tolerar todas las barbaridades que ya se empezaban a decir sobre el trato que dispensaban a los judíos. El horror de la vida en Theresienstadt se tenía que convertir en la imagen del paraíso. Kurt Gerron, prisionero en Theresienstadt, fue elegido a mediados de 1944 para dirigir la película sobre el paraíso de los judíos. La película se titularía: "El Führer regala a los judíos una ciudad".
Kurt Gerron fue el prisionero de aquel paraíso que sólo existía en la ficción que él tenía que llevar a la pantalla. En Theresienstadt el objetivo era sobrevivir, y para sobrevivir había que hacer todo lo que fuera necesario, desde confeccionar las listas de los pasajeros de los transportes casi diarios hacia Auschwitz... hasta dirigir una película si así era requerido. Kurt Gerron se encontró con un problema insalvable: los prisioneros del campo fueron bien vestidos y bien alimentados para la película, pero no consiguió que desapareciese de su mirada el horror...
A los pocos días de terminar su película, Kurt Gerron fue enviado a Auschwitz y gaseado nada más llegar.
La película completa con subtítulos en castellano se puede ver en youtube
Sobre el campo de Theresienstadt
Un emperador en el ghetto de Terezin
Pinceladas de sueños rotos
El silencio de Terezin
Theresienstadt, el horror encubierto
La película completa con subtítulos en castellano se puede ver en youtube
Sobre el campo de Theresienstadt
Un emperador en el ghetto de Terezin
Pinceladas de sueños rotos
El silencio de Terezin
Theresienstadt, el horror encubierto
sábado, 16 de noviembre de 2013
Fire
El fuego de la pasión, el fuego de la vida, es el fuego en el que arden las tradiciones que nos esclavizan.
De nuevo, Mehta, nos permite lanzar una mirada reflexiva a la vida de las mujeres en una sociedad patriarcal, como todas, pero con rasgos aún más acentuados, la sociedad clasista y patriarcal de la India, que se ve regulada por tradiciones destinadas a esclavizarlas en todos los aspectos.
Las mujeres no tienen ningún derecho a opinar, a decidir, y ni siquiera a sentir ni a desear...
jueves, 14 de noviembre de 2013
va, vis et deviens
Un cuento de amor oriental, plagado de simbolismos y tratado con la habitual ternura de su director. El amor de la madre que se separa voluntariamente de su hijo para que pueda vivir y pueda ser algo más que un niño muerto más. El amor de un hijo que camina descalzo para sentir la tierra que le comunica con su madre a la que habla mirando a la luna y a la que escribe cartas que nunca recibirá.
Amor y comprensión que puebla la vida de Shlomo entre la indiferencia, la incomprensión e incluso el odio de quienes no pueden amar ni comprender porque están dominados por las ideologías o por las religiones, que no dejan de ser ideologías.
El poder del círculo
viernes, 8 de noviembre de 2013
Katyn: la verdad de los vencedores
Porque "la historia" y "la verdad" siempre, siempre, siempre es patrimonio de los vencedores
Porque la verdad no existe. Porque la historia es un cuento que siempre tiene las moralejas que les interesan a quienes lo escriben, y quienes lo escriben son siempre los únicos que pueden hacerlo: los vencedores.
Siempre me duermo en las películas de guerra, en las de buenos y malos... pero con ésta, a pesar de que dura casi dos horas, no me dormí ni un segundo.
jueves, 7 de noviembre de 2013
Water - poesía sufriente
Destellos de belleza de amor, de solidaridad y de esperanza en un mundo cruel lleno de injusticias, de dolor y de sufrimiento.
La religión utilizada como medio para oprimir, dominar y subyugar. No es algo nuevo ni característico de alguna extraña cultura. En las sociedades patriarcales, todas las sociedades humanas conocidas incluida la nuestra, la mujer es un ser inferior que debe estar sometida al hombre. Un sometimiento legitimado por medio de leyes, de costumbres y de normas religiosas.
En la India las viudas son expulsadas a los márgenes y obligadas a malvivir de la caridad.
Las víctimas colaboran con los verdugos, pero no siempre. A veces las víctimas también se ayudan y este es el resquicio por el que se cuela la esperanza.
Y siempre presente el agua. Agua que fluye, que acompaña, que arrastra y que, como a Ofelia, ofrece una forma de escape, de huir hacia la paz de la muerte, la única paz que pueden encontrar quienes no han encontrado en la vida más que sufrimiento y dolor, surcado a veces por pequeños destellos de felicidad intuída, pero imposible e inalcanzable.
La religión utilizada como medio para oprimir, dominar y subyugar. No es algo nuevo ni característico de alguna extraña cultura. En las sociedades patriarcales, todas las sociedades humanas conocidas incluida la nuestra, la mujer es un ser inferior que debe estar sometida al hombre. Un sometimiento legitimado por medio de leyes, de costumbres y de normas religiosas.
En la India las viudas son expulsadas a los márgenes y obligadas a malvivir de la caridad.
Las víctimas colaboran con los verdugos, pero no siempre. A veces las víctimas también se ayudan y este es el resquicio por el que se cuela la esperanza.
Y siempre presente el agua. Agua que fluye, que acompaña, que arrastra y que, como a Ofelia, ofrece una forma de escape, de huir hacia la paz de la muerte, la única paz que pueden encontrar quienes no han encontrado en la vida más que sufrimiento y dolor, surcado a veces por pequeños destellos de felicidad intuída, pero imposible e inalcanzable.
lunes, 4 de noviembre de 2013
secuelas - Poklosie
exilio, memoria y culpa... porque luchar contra el olvido también tiene secuelas
A veces, muchas veces, casi siempre, preferimos olvidar para no tener que recordar que nuestras manos también están manchadas de sangre, que todos somos culpables.
Los viejos odios y el horror no terminaron, no terminan y parece que nunca terminarán... Nos conviene encontrar culpables para no tener que asumir nuestras culpas, porque en el fondo sabemos que todos somos culpables.
A veces, muchas veces, casi siempre, preferimos olvidar para no tener que recordar que nuestras manos también están manchadas de sangre, que todos somos culpables.
Los viejos odios y el horror no terminaron, no terminan y parece que nunca terminarán... Nos conviene encontrar culpables para no tener que asumir nuestras culpas, porque en el fondo sabemos que todos somos culpables.
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