"Cuántas veces me pregunto si esto no es más que escritura, en un tiempo en que corremos al engaño entre ecuaciones infalibles y máquinas de conformismos."
Julio Cortazar, Rayuela, capítulo 73.
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martes, 18 de diciembre de 2012

Pietà... el milagro asiático

Pietà. La última película del director coreano Ki-duk Kim, ganadora del máximo galardón en el último Certamen de Venecia, ha sido objeto de numerosas críticas y ha levantado bastante polémica.

 Pietà. Michelangelo Buonarroti

 
Es una película despiadada en la que el sexo y la violencia son explícitos, lúgubres, desagradables, pero en la que sobre todo lo que es más explícito, más lúgubre, más desagradable, más angustioso y más doloroso es el capitalismo salvaje. Es lo que al final de la película, nos hace solidarizarnos con el horror y compartir un poco de piedad con los más despiadados de los despojos del capitalismo que ha creado el milagro asiático.


No nos gustan estas películas porque aunque no lo queramos y la mayor parte de las veces no seamos conscientes de ello, nosotros somos los culpables del horror que vemos en la pantalla. Porque para que nosotros podamos conducir nuestros cómodos vehículos y enviar mensajes multimedia por nuestros preciosos aparatos de última gama, hay muchos seres humanos, algo más bajitos que nosotros, barbilampiños casi siempre, con cara de niños, viviendo en unas condiciones y sufriendo unas humillaciones que nos parecen "de película".

Los despiadados somos nosotros si no sentimos piedad por los despiadados, por nosotros mismos y por el mundo en el que vivimos.


El más cruel, el más despiadado, es una víctima y la piedad puede ser también una forma de venganza, una forma de violencia. La violencia también puede vestirse de piedad. Como el más cruel personaje de esta película, todos somes huérfanos, abandonados en un mundo en el que todo lo mueve el dinero que es lo único que nunca jamás puede ser símbolo de piedad.