"Cuántas veces me pregunto si esto no es más que escritura, en un tiempo en que corremos al engaño entre ecuaciones infalibles y máquinas de conformismos."
Julio Cortazar, Rayuela, capítulo 73.
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sábado, 18 de enero de 2014

Propaganda oficial


"Hotel Rwanda" y "Shooting Dogs" son dos películas que insisten en recordarnos la historia oficial de los trágicos acontecimientos que tuvieron lugar en Rwanda en 1994.

"Hotel Rwanda", la más propagandística de las dos, recuerda a otra película de propaganda oficial: "El Cónsul Perlasca". En esta última cuentan la historia de un italiano, fascista además, que se se dedica con la pasión de la bondad de libro a salvar judíos de los criminales inhumanos nazis. "Hotel Rwanda" cuenta una historia parecida. En este caso es un miembro de la "etnia" hutu, muy occidentalizado y acomodado, quien se dedica a salvar tutsis de las garras de los sanguinarios hutus que según la propaganda oficial cometieron uno de los mayores genocidios del siglo XX.

La propaganda oficial, tal como se espera de una buena propaganda, simplifica los acontecimientos al máximo y los resume como un genocidio en el que hay buenos y malos, víctimas y verdugos. Según la propaganda oficial inculcada en las mentes de todos desde hace veinte años y que ha dado lugar a numerosas películas, libros, artículos, documentales y programas televisivos en todos los países occidentales, en 1994, durante 100 días, en Rwanda, pequeño país africano en la región de los Grandes Lagos, se cometió un genocidio en el que una "etnia" se dedicó de forma sistemática a exterminar a los miembros de otra "etnia". La "etnia" asesina y sanguinaria es la de los hutus y la "etnia" que supuestamente se trató de exterminar es la de los tutsis. El resultado fue, siempre según la propaganda oficial, que casi un millón de tutsis (la cifra que suelen utilizar es la de 800.000 víctimas) fueron masacrados salvajemente a machetazos por los hutus. También según la propaganda oficial, la matanza terminó cuando llegaron los salvadores de Rwanda: los tutsis del FPR (Frente Patriótico Rwandés) que derrocaron al gobierno legítimo de mayoría hutu para establecerse en el poder, en el que todavía continúan hoy, veinte años después.

Sin embargo, las cosas nunca son tan sencillas. Para empezar los hutus y los tutsis son son dos etnias. Y si en la actualidad se consideran como tales, se trataría en todo caso de dos etnias "fabricadas" por los colonizadores belgas, quienes, imbuidos de un racismo científico, clasificaron a la población de sus colonias en dos grupos étnicos diferenciados, cuando en realidad sólo les diferenciaba su papel en la jerarquía social. Los tutsis constituían una minoría (alrededor del 10% de la población de Rwanda) dirigente, mientras que los hutus, el 90% de la población, conocían una larga historia de sometimiento. Los colonizadores buscaron favorecer a los tutsis con el fin de facilitar el mantenimiento del control de la población.

Tras la independencia, al abolirse el viejo reino tutsi, se constituyó una república que fue gobernada por el grupo mayoritario hutu. Muchos siglos de dominación tutsi habían alimentado los rencores contra los miembros de esta "etnia" y fueron muchos los tutsis que abandonaron Rwanda para refugiarse en la vecina Uganda en donde, con apoyo occidental, se organizó el FPR (Frente Patriótico Ruandés).

Lo que después se ha llamado el "genocidio ruandés" de 1994, no es sino el resultado de un plan diseñado por las potencias occidentales y por las grandes multinacionales interesadas en los recursos naturales del Congo.

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