Into the Abyss

El retrato de una sociedad acostumbrada a matar. Ilegalmente o legalmente... unas vida tan vacías que  sólo se pueden llenar con la muerte. La muerte de los otros. La muerte como entretenimiento. La muerte como venganza. La muerte como disculpa. Pero siempre la muerte de los otros.  Una sociedad en la que la muerte tiene un sentido, porque la vida no tiene ninguno.

Her

Esto es lo que hay

Es una pena, pero es así

No hay otra cosa

Es lo que tenemos

Las profecías futuristas de Aldous Huxley o de Orwell se han quedado cortas. Es mucho peor.

Her no es una película de ciencia ficción, aunque pueda parecerlo. Her cuenta una historia de ahora mismo. Cuenta nuestra historia. Cuenta la historia de quienes vivimos en los llamados países ricos. La granja humana se aproxima a los límites de la deshumanización. Quedan algunos residuos de sentimientos, meros recuerdos de otros tiempos, pero su expresión no es posible entre personas, ni siquiera con animales de otras especies no humanas. Todo es frío, aséptico, regulado por máquinas, por sistemas operativos, por programas. El amor es un recuerdo del pasado que ya no necesita personas, hay máquinas que lo recrean y lo hacen mucho mejor.

En un mundo en el que la amistad se mide por el número de seguidores en las redes sociales no es nada extraño enamorarse de la voz de un sistema operativo.

Incendies. Una tragedia contra la ira

Incendies parece una tragedia de Sofocles trasladada al mundo actual, pero es mucho más. Son las mujeres quienes llevan sobre sí el peso de todos los odios, de todas las venganzas, de todas las iras. Casi siempre en silencio. Hay que conocer el pasado para poder perdonar, para poder entender tanto odio, tanto sufrimiento. La mujer que canta no descansará en paz hasta que sus hijos no conozcan por sí mismos el alcance del sufrimiento, de la ira y del perdón.

Ὁποῖα χρῄζει ῥηγνύτω· τοὐμὸν δ' ἐγώ,
κεἰ σμικρόν ἐστι, σπέρμ' ἰδεῖν βουλήσομαι. 
Αὕτη δ' ἴσως, φρονεῖ γὰρ ὡς γυνὴ μέγα, 
τὴν δυσγένειαν τὴν ἐμὴν αἰσχύνεται.
Ἐγὼ δ' ἐμαυτὸν παῖδα τῆς Τύχης νέμων 
τῆς εὖ διδούσης, οὐκ ἀτιμασθήσομαι.
Τῆς γὰρ πέφυκα μητρός· οἱ δὲ συγγενεῖς 
μῆνές με μικρὸν καὶ μέγαν διώρισαν. 
Τοιόσδε δ' ἐκφὺς οὐκ ἂν ἐξέλθοιμ' ἔτι
ποτ' ἄλλος, ὥστε μὴ 'κμαθεῖν τοὐμὸν γένος.

¡Qué estalle lo que quiera! Yo,
aunque sea baja, seguiré queriendo conocer mi estirpe.
Ella quizá, pues es orgullosa, como mujer,
de mi bajo origen se avergüenza.
Pero yo, que me tengo a mí mismo por hijo de la Fortuna,
la que da el bien, no seré deshonrado.
Pues de esta madre he nacido; y los meses,
mis hermanos, me han distinguido como insignificante y poderoso. 
Siendo tal mi parentela no podría probar después ser
otro, de modo que no hay razón para no averiguar mi origen 

Sófocles, Edipo Rey, vv. 1076-1085:

Cobardes

"Mi padre se dedica a instalar alarmas. Y lo hace porque la gente tiene miedo. Miedo de que les roben o les puedan hacer daño. A la mayoría nunca les han robado y nunca les han hecho nada, pero cada día hay más gente que se pone una alarma. Hay gente que también tiene miedo a que les despidan; aunque su jefe les eche la bronca se tienen que callar. Y da igual que tengas una alarma, porque cuando tienes miedo nadie la oye."

Todos tenemos miedo y nuestro miedo nos hace peligrosos. No afrontamos el miedo. Nuestro miedo se convierte en un arma peligrosa cuando lo combatimos causando miedo. Somos cobardes, no porque tengamos miedo, sino porque no sabemos afrontarlo, ni reconocerlo, ni compartirlo...